lunes, 28 de noviembre de 2011

Un buen libro para leer este verano


Por Noelia Luján Villar



“El curioso incidente del perro a medianoche” está narrado a través de los ojos de Christopher, un chico de 15 años con necesidades especiales, aunque las necesidades especiales, según él, no existen, ya que todos tenemos alguna.
Christopher se propone escribir un libro policial, arrancando desde un hecho que marcaría su vida: el hallazgo del perro de una vecina ahorcado en su propio jardín. Entonces, comienza a investigar y tomar nota en un cuaderno, hasta que un día logra descubrir no solo quién fue el asesino, sino también la verdad con respecto a la muerte de su madre.
Christopher adora los objetos de color rojo, y detesta las cosas amarillas o marrones. Tiene un interés especial por todo lo que es ciencia y una facilidad sorprendente para la matemática. Sin embargo, el hecho de realizar simples actos de la vida cotidiana (como tomar un tren o viajar en subte) hace que entre en crisis. Tampoco tolera los lugares llenos de gente ni deja que nadie lo toque (usa para protegerse una navaja del Ejército Suizo). Otro detalle, es que tiene fascinación por los números primos, por eso su novela está enumerada de esa forma.
El libro está lleno de gráficos explicativos de diferentes situaciones que se dan tanto en el mundo como en la cabeza del chico, y de reflexiones tiernas y llenas de emoción.
¡Un libro imperdible que se lee en una semana! Su autor, Mark Haddon, es para mí un hombre de una inteligencia sin igual.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Los e-books todavía no atraen a los argentinos


Según un reporte de PwC, los e-books generarán ganancias por US$12.339 millones a nivel global y US$54 millones en Latinoamérica en el año 2015. En Argentina, no generarán ganancias superiores al millón de dólares hasta el 2014.

BUENOS AIRES, 29 de julio de 2011.- Los libros impresos generan el 97,4% de los ingresos por ventas de la industria global de libros educativos y de consumo masivo (ficción y no ficción), mientras que los e-books aportan tan sólo el 2,6% restante. Éste y más datos se desprenden del reporte global “Perspectivas en la industria de los Medios y el Entretenimiento”, en el que PwC realiza previsiones del sector hasta 2015.

Sin embargo, debido a la creciente digitalización de las plataformas, la tasa de crecimiento del mercado digital será muy alta (34,7% promedio anual hasta 2015) y la del sector impreso significativamente más baja (0,2% por año si se contempla el mismo período). Así, se estima que los libros impresos seguirán liderando el sector en 2015 (generando el 87,3% de las ganancias para ese año), pero que los libros electrónicos también harán su aporte (US$12.800 millones, es decir, el 10,3% del valor que generaría la industria global en 2015).

En Latinoamérica se estima que las inversiones en libros electrónicos serán inferiores a los US$500.000 dólares hasta el año 2011. No obstante, como la digitalización es más rápida en los países en desarrollo, para el año 2012 se esperan ganancias de US$2 millones y, en 2015, de US$54 millones. Esto quiere decir que se multiplicarán 26 veces en tan sólo 3 años, dato que obviamente está relacionado con el hecho de que el acceso a Internet móvil aumentará más del 400% en la región y que se duplicarán los hogares con banda ancha para el mismo período. Pero, a pesar de que los resultados indican que comienza una nueva tendencia, todavía son muy pocos los lectores digitales, ya que con este increíble crecimiento augurado los e-books aportarían tan sólo el 1,5% de las inversiones en el sector para el año 2015.

En Argentina, las inversiones en la industria editorial en su conjunto sumaron US$175 millones en 2010, y para el año 2015 serán de US$216 millones: US$102 millones generadas por los libros educativos impresos, US$1 millón por los libros educativos electrónicos, US$110 millones por los libros de consumo masivo y US$2 millones provenientes de los e-books de consumo. Así, queda en evidencia que Argentina será el mercado de mayor crecimiento de América Latina en la industria a la que se hace referencia, aunque la era digital todavía es una realidad muy lejana a nuestro país.


Nota: Los valores “0” representan ganancias de menos de US$1 millón.

Este fenómeno obviamente tiene que ver con que está previsto que aumente la popularidad de los tablets, e-readers y smartphones, sobre todo cuando bajen sus precios y sean más accesibles para la sociedad en su conjunto, ya que estos dispositivos facilitarán las ventas de e-books.

El estudio de PwC también destaca que los vendedores de e-books deberán encarar problemas similares a los que actualmente se enfrentan los empresarios discográficos, especialmente en lo referido a la piratería. Entre otras cosas, deberán adaptarse a los nuevos canales y plataformas y tener en cuenta los asuntos legales que giran en torno a los derechos de los contenidos digitales. Además, uno de los principales desafíos será convencer a sus lectores de que paguen un determinado precio, tarea que no será fácil porque los cibernautas están acostumbrados a descargar contenido, a veces de muy buena calidad, gratuito o a muy bajo precio. Para ello, será necesario que ofrezcan diferenciarse y, de acuerdo al reporte, los valores que los clientes están dispuestos a financiar son: la calidad de los productos y servicios, la vivencia de una experiencia, la conveniencia sobre otros por alguna característica específica, la participación en su desarrollo o la personalización, y el privilegio o la exclusividad.

Fuente: Price Waterhouse

domingo, 23 de octubre de 2011

Un libro aclara las dudas de los argentinos con el idioma


Es un trabajo de la Academia Argentina de Letras, hecho a partir de consultas recibidas. Señala algunas particularidades del lenguaje local, como usar “video” y no “vídeo” o escribir “fugaza”.


Por María Paula Bandera



Sería un buen ejercicio que en base a lo que lee en esta nota, trate de encontrar el error lingüístico de esta oración; pero si no lo logra, podrá consultar el Diccionario argentino de dudas idiomáticas (DADI), que ya llegó a las librerías.

La obra, un trabajo de la Academia Argentina de Letras, se nutre de algunas de las entradas que figuran en el Diccionario Panahispánico de Dudas (DPD) –aquellas que son comunes a toda la región lingüística– y prescinde de las dudas que son exclusivas de otros países; por ejemplo, la palabra “ gilipollas ” que se utiliza para designar a alguien tonto o idiota, solo se aplica en España, y por lo tanto, no aparece en el diccionario local. Esta operación da como resultado “una obra de menor volumen (500 páginas frente a las casi 900 del DPD) manuable y fácilmente portátil en el portafolio del caballero o en la cartera de la dama”, señala Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de Letras.

En el rubro culinario, por ejemplo, las diferencias entre las dudas recogidas en el DADI y en el DPD son notorias. Para consultar cómo se escribe fugaza o fusili (así, se escriben así) deberá recurrir al diccionario local, mientras que si busca saber qué es el grog (una bebida de agua caliente azucarada y licor) encontrará la respuesta en la versión panhispánica.

A la hora de nombrar países o regiones también hay diferencias: el DPD registra la palabra Falkland como una opción para referirse a las Islas Malvinas, mientras que en la interpretación local solo figura Malvinas, ya que, como señala Barcia, “Para un argentino no hay dudas de que las islas se llaman Malvinas, como originalmente fueron bautizadas. Aceptar otra designación es un caso de colonialismo toponímico”.

Además de suprimir dudas que no son habituales para los argentinos, el DADI se destaca por incluir alrededor de trescientas dudas que sí se presentan con frecuencia por estos pagos. Entre las más comunes figuran casos de concordancia, el uso de locuciones adverbiales y preposiciones, las conjugaciones de verbos irregulares y el significado de determinadas voces.

Barcia ejemplifica con algunos de los errores típicos de los hablantes argentinos: “‘Bajo este punto de vista’: nuestro hablante suele ver el punto de vista como un techito que lo cobija”, dice Barcia; lo correcto, en este caso, sería: “Desde este punto de vista”. Otros errores frecuentes: “Tengo un hambre negro”, suele escucharse, olvidándose de que el sustantivo ‘hambre’ es femenino. O: “Mi cónyugue”, en lugar de “cónyuge” (atados al mismo “yugo”: el matrimonio).

Las dudas que aparecen en el Diccionario son reales, ya que se trata de consultas que la Academia Argentina de Letras recibe a diario por correo electrónico. Además de basarse en ese registro, el Diccionario se nutrió de “buenos libros de la especie como el DPD; el clásico Dicionario de dudas y dificultades de la lengua española , de Manuel Seco, los de José Martínez de Souza o los de Manuel Rafael Aragó, entre otros”, apunta Barcia.

Este trabajo, cuentan los autores en el prólogo, tuvo un punto de partido a mediados de los años ochenta, cuando una serie de notas periodísticas dio a conocer el trabajo que hacía el servicio de consultas telefónicas de la Academia de Letras. Con la difusión de esta tarea, la cantidad de consultas se multiplicó por diez y se diversificaron los consultantes: además de los habituales correctores, empezaron a llamar periodistas, agencias de publicidad, docentes y estudiantes.

Con el material generado, a comienzos de los años noventa la Academia confeccionó unos folletos que empezó a distribuir en actos públicos. Eran hojas impresas donde aclaraba algunas de las dudas más difundidas entre los argentinos. En 1992, juntaron esos folletos y se publicó un libro de Dudas idiomáticas frecuentes.

“Ese volumen impreso se constituyó así en el primer diccionario de dudas editado por una academia de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE); pequeño, pero con el ADN de la especie”, cuenta Barcia.

Las dudas y errores son motivo de celebración, ya que a base de ellos se aprende. “Es altamente positivo que nuestros hablantes tengan dudas, ello señala que hay conciencia y preocupada responsabilidad por hablar correctamente la lengua común”, agrega Barcia.

Y si todavía no encontró el equívoco del comienzo, le damos una ayuda hasta que compre el diccionario: la respuesta al acertijo está unos pocos renglones arriba.



Fuente: http://www.clarin.com/sociedad/libro-aclara-dudas-argentinos-idioma_0_575942488.html#.TqAyos4a8dQ.gmail
Foto: El Ángel del Libro

sábado, 17 de septiembre de 2011

A ver si los libros muerden o no

El Ministerio de Educación presentó una encuesta que arranca el lunes para determinar cuánto, quién y cómo se lee en el país. Y cuál es la relación de los adolescentes con la lectura. Junto a Sileoni, en el acto estuvo Horacio González.

Cómo y cuánto se lee, qué tipo de lectura eligen los argentinos y cuál es la relación de los adolescentes con esta práctica son algunos de los interrogantes de una encuesta nacional que se realizará en todo el país desde el próximo lunes 19.
Los primeros resultados de la encuesta se conocerán antes de fin de año y se podrán comparar con la medición que se hizo en 2001, que reveló que “un tercio de la población no leía o leía muy poco” y que había una relación directa “entre lectura y nivel socioeconómico”. En aquel momento, el estudio lo hizo una consultora privada; ahora lo harán dos universidades nacionales: la de Lomas de Zamora y Tres de Febrero.
“Las naciones se estructuran a través de prácticas como la lectura”, dijo Horacio González, director de la Biblioteca Nacional e integrante del Consejo Nacional de Lectura, durante el lanzamiento de la iniciativa que tuvo lugar en el Ministerio de Educación. González destacó que “esta es una investigación del estado de la lengua de un país que, mutable, estratificado, plural y sometido a un trato cotidiano de los medios de comunicación, es motivo de reflexión permanente”.
La medición fue elaborada por el Consejo Nacional de Lectura, organismo interministerial que se creó en septiembre de 2010 para fomentar esa práctica y otros consumos culturales.
“Esta vez, la población a encuestar será más amplia, se les preguntará a personas desde los 12 años en adelante, lo que hará que conozcamos más sobre lo que ocurre con los adolescentes”, dijo Margarita Eggers Lan, directora del Plan Nacional de Lectura, del Ministerio de Educación.
En esta oportunidad se medirá la lectura de los niños como práctica del hogar, el alcance de las políticas públicas de promoción de la lectura, y el impacto de soportes digitales, un tema poco explorado hace 10 años.
Los encuestadores presentarán una credencial y una carta de presentación donde figurará un número de teléfono para aquellos que quieran constatar la veracidad de la visita, antes de contestar el cuestionario.
La encuesta de 3600 casos buscará saber si se leen diarios, revistas, con qué frecuencia y en qué soporte; y cómo, en este universo de lecturas, se inserta el libro. Además, se indagará por los libros que hay en el hogar, cantidad y tipo; si se accede a ellos a través de la compra y si el grupo familiar tiene vínculos con bibliotecas o librerías. También se consultará sobre los motivos de elección de una determinada lectura y el uso de la PC en el hogar.
En 2001, la encuesta reveló que el 47 por ciento de la población de 18 años y más leía diariamente, al menos durante 15 o 20 minutos de manera continua, diarios, revistas, libros u otros materiales, mientras que el 20 por ciento sostuvo que sólo lo hacía algunos días a la semana.
En tanto, “un tercio de la población no leía o leía muy poco: el 19 por ciento dijo que leía “de vez en cuando” y el 14 por ciento reveló que “nunca lo hacía”. La medición mostró además que no había diferencias significativas por edad y género en la frecuencia de lectura, pero en cambio, fue clara la correlación entre lectura y Nivel Económico Social (NES).
La encuesta se basará en 600 casos por cada una de las regiones en que se divide el país: NEA, NOA, Cuyo, Patagonia, Centro, provincia de Buenos Aires y ciudad de Buenos Aires. Los encargados de realizar las encuestas y procesar los datos son las universidades nacionales de Tres de Febrero y Lomas de Zamora.
El ministro de Educación, Alberto Sileoni, que encabezó el lanzamiento de la encuesta, recordó que la medición de 2001 fue realizada por una consultora privada. “En esta oportunidad ese trabajo está en manos de nuestras mejores consultoras: las universidades”. “Creemos en el Estado como promotor de la lectura”, dijo Sileoni, quien explicó que “ahora retomamos lo hecho en 2001 para indagar cómo leen los chicos, qué eligen, cómo es el vínculo con Internet, entre otros temas”.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-176976-2011-09-17.html

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Libros y matones

Por Alberto Amato (periodista)

No debe haber nada más incongruente y disonante que un guardia de seguridad en una librería. La verdad, un matón que te mira y ladra como un pitbull en un ámbito en el que reinan las palabras y el pensamiento, es como un marinero del Volga con tutú, no me digan.
Un comprador de libros es, ante todo, un esperanzado. Un guardia, ante todo, ve una esperanza y echa mano al revólver.
Está bien, cada cual hace lo suyo. Pero no juntos.
Sin embargo, las principales librerías porteñas han adosado a su ya escaso personal de ventas un guardia de seguridad, que lo primero que hace cuando entrás es decirte que no podés pasar si no te sometés a sus antojos.
El otro día, en una concurrida librería de la calle Florida, el energúmeno de turno obligaba a una mujer ya mayor a que dejara su cartera en unos cajoncitos deprimentes que quitan espacio a los estantes con libros. La mujer, con ironía, le decía al pesado: “Hijo, en mi cartera tengo la billetera. ¿Cómo voy a pagar después los libros?”. El monstruo ni se inmutó: “Lleve la billetera en la mano, señora”. Y la mujer, mientras emprendía la retirada: “Ah, sí… ¿Y cómo hojeo los libros con la billetera en una mano y los anteojos en la otra?”. En otra librería de la avenida Santa Fe, el cateto de costumbre pretendía que yo dejara en esos roperitos mi bolso con la laptop, que anda por los tres mil pesos, y todos los archivos de mi vida, porque pensaba que yo podía robar un libro de ochenta pesos.
Los viejos libreros porteños sabían quiénes, cómo y dónde robaban libros. Nunca se usaron bolsos, ni carteras, ni portacomputadoras. El buen ladrón de libros siempre huía con los ejemplares escondidos entre las ropas, y los libreros los calaban y les cortaban el chorro.
Claro que eso era antes, cuando había libreros y no vendedores de libros como los de hoy , a los que les pedís una novela de Patricia Highsmith y te preguntan: “¿Cómo se escribe?” Yo opté ya por comprar mis libros donde no haya energúmenos.
Todavía quedan librerías y libreros a quienes los vendedores de libros deberían imitar, si pueden. Y un consejo para los chicos de la seguridad: muchachos, garren lo libro que no muerrrrden.

Fuente: http://www.clarin.com/opinion/Libros-matones_0_530947066.html

martes, 19 de julio de 2011

Acerca de Yo también tuve una novia bisexual de Guillermo Martínez

Por Edit Marinozzi

Desde el título, Guillermo Martínez nos está diciendo: “vas a leer una novela sobre sexo, pero no la voy a contar como la contás vos, ni cómo te la cuentan”.

El protagonista/ narrador es un escritor y profesor argentino de 39 años, que llega a una universidad del sur de los Estados Unidos para dar un curso de literatura en español, y el primer día queda encandilado con una alumna: “Catorce ojos me miraron con curiosidad, pero yo únicamente la vi a ella, y aparté enseguida la mirada, alarmado y feliz. Había visto, en un relámpago, todo, y sabía que no podía volver a mirarla porque estaría irremediablemente perdido”. Es el inicio de una relación apasionada. Una relación sexual que se va escalonando hasta convertirse en una historia amorosa. “Me tentaba hablar con cierta naturalidad; esa fue gran parte del trabajo de la novela: poder hablar del sexo en una dimensión integral en la que por supuesto entra el amor, pero también cierta sordidez, algún humor, todo de un modo más natural”, dijo Martínez en la presentación de la novela en Eterna Cadencia.

También desde ese primer día de clase aparece un tema paralelo: el de los recuerdos y la memoria, cuando la hermosa alumna traduce el epígrafe del primer texto del curso, que está escrito en inglés: “No se puede recordar el pasado tal como fue”. Enseguida, el profesor decide que va a tomar como lección para sí una frase de Marcel Proust que tenía preparada para los alumnos, y que la descarta para ellos porque los considera demasiado jóvenes: “La vida se me aparece como una sucesión de períodos en cada uno de los cuales, al cabo de cierto tiempo, desaparece todo rastro del precedente”. Por eso comienza a escribir el Diario de Jenny: “Me proponía –esto sí puedo recordarlo– escribir a ras de su piel, en el territorio blanco, salado y tirante entre el vello de su pubis y los montículos suaves de sus pechos y en la escala milimétrica donde se confunden los ojos y la lengua”.
La memoria y los recuerdos van apareciendo de manera subyugante para nosotros, los lectores, cuando va atrás, atrás, en el tiempo –Sarmiento, las lecciones escolares– como manera de prolongar los placeres previos al goce final.

Un escenario, el del campus, el mismo de Crímenes Imperceptibles, novela de la que aquí hay muchas referencias. Por su enclave en una pueblito de Alabama, el sur profundo, en este campus son más visibles las pequeñas miserias, los prejuicios, las diferencias raciales. La condición de extranjero/sudamericano del protagonista le permite ver lo que para los nativos está naturalizado. “En la oficina de migraciones me habían puesto el sello de ‘hispánico’, en vez del ashkenazi que yo hubiera alegado.” Y con ese sello, por supuesto, será mirado él.

Otro tema que aparece es el de la teoría literaria. La conferencia que prepara para otra universidad es el recurso para hablar del lenguaje interior, los “apuntes mentales” que un disertante va tomando antes de definir su texto, o su power point: recuadro uno, recuadro dos, recuadro tres. Pasa después a describir su teoría sobre los “refinamientos dicotómicos”, en la que sostiene que no sirven los adjetivos opuestos para juzgar a una novela, sino que necesitamos un refinamiento constante de esas dicotomías. Aunque la elaboró especialmente para la novela, deja constancia en el apartado “Agradecimientos”, al final del libro, que la discutió personalmente con Tzvetan Todorov, cuando el escritor búlgaro que vive en Francia visitó Buenos Aires en 2010. (Una idea inspirada en la lectura de las “Observaciones filosóficas” de Wittgenstein, mixturada con “La Crítica de la crítica”, del propio Teodorov).

La historia privada, secreta, que se narra en el diario íntimo, va a tomar un giro inesperado, cuando se produzca el atentado a las torres gemelas del 11-S, un acontecimiento político-social de conmoción mundial.
A partir de allí, conviven esos dos planos que tienen una distancia máxima, el íntimo y el histórico-político. Y ese suceso que cambió la historia, va a repercutir en los amantes, hasta llevarlos a la separación.
A Martínez no le interesa que la trama se doblegue ante el peso de lo político o que refleje una época, sino que el acontecimiento real contribuya a darle coherencia. Le gusta la idea “de que el efecto catastrófico y mundial del acontecimiento histórico” pueda también tocar una relación particular y destruirla. “El efecto mayor al servicio del efecto menor.”
“Los finales felices están terminantemente prohibidos en las actas de las novelas contemporáneas”, le dice el profesor a su alumna-amante. “Amar, temer, partir”, brillante síntesis de la historia a partir de los tres verbos modelo de conjugación regular en español.

La narración en primera persona, un registro habitual en Martínez, está aquí tensado al extremo: nunca aparece el nombre o el apellido del escritor-profesor. Este recurso, “la clave autobiográfica”, es un juego de complicidad con los lectores, que, por un lado, instala la impresión de que es él mismo el que ha vivido los hechos, y por otro, despierta una cercanía que nos hace percibir como verdaderos tanto los hechos, como los sentimientos y las sensaciones. Aunque escriba sobre algo que no sabíamos, el autor, en su creación estética de un mundo, nos hace parte de ese mundo, al que accedemos, felices, con asombro consentido.
Así, es posible pensar que la ficción, como escribió Henry James –a quien Martínez admira– compite con la vida, crea vida, es vida, y que esa vida tiene una autonomía, una estética y un ser propios.

“Yo también tuve una novia bisexual” es, como dice la contratapa, una novela exquisita, la obra de un autor reflexivo y original.

Yo también tuve una novia bisexual
Guillermo Martínez
Planeta
2011
julio de 2011

jueves, 21 de abril de 2011

Charla presentación: Diseño gráfico y edición


Llegó una obra fundamental que todo editor y diseñador gráfico debe tener en su biblioteca. Se trata del libro de Juan Cruz Gonella, diseñador gráfico (UBA), quien ha ejercido como docente de la Carrea de Edición de esa misma universidad.

Esta obra da a conocer los tips sobre diseño gráfico que necesita conocer un editor para poder llevarse bien con el diseñador gráfico a cargo del producto editorial y el modo que el trabajo del diseñador gráfico es percibido por el editor.

El libro se presentará en medio de una charla gratuita el día martes 26 de abril a las 10:30 y el miércoles 27 a las 19 horas en Nueva Escuela de Diseño y Comunicación, Callao 67, 2° piso.
Dirigido a: estudiantes, profesionales, creativos.

Más información: edicionesazzurras@gmail.com.

sábado, 9 de abril de 2011

Acerca de Más liviano que el aire de Federico Jeanmaire


Por Edit Marinozzi

Una anciana de clase media alta encierra en el baño de su departamento a un adolescente que intentó robarle. Un esquema de extrema simpleza desde el que se despliega una prosa prolija, sin fisuras, que atrapa al lector hasta las últimas páginas.

A partir de lo que podría ser una anécdota más de la violencia urbana, somos tocados por una temática profunda, universal, pero que se agudiza, justamente, en la llamada “era de la comunicación”: es esta una historia sobre la soledad, la incomunicación y la violencia.
La acción transcurre en los tres días de encierro –empieza un jueves, y termina un domingo– en los que solo se escucha la voz de la mujer, mientras que lo que el chico dice no se escucha. Lo que dice y lo que hace se deduce por las réplicas de la anciana. Las acciones y los comentarios del prisionero son registrados por el monólogo de la carcelera.

“Una puerta cerrada como metáfora de un mundo cerrado, asfixiante. Un diálogo imposible que se convierte en el monólogo alucinado de una vieja loca; como una Schezerade de pesadilla, la narradora habla para no morir”, dice Pablo De Santis en la contratapa del libro.

La historia que la vieja quiere contar es la de su madre. La novela aborda así el tema de la rebeldía de una mujer en la época en que no podía ni debía rebelarse ante nada. Una mujer con un deseo “más liviano que el aire”: volar por su cuenta una avioneta. Y para lograrlo, mata al hombre entrenador-violador, y muere mientras cumple su deseo, cuando la alcanza un viento huracanado.
También aquí encontramos la imposición de una voz sobre otra, y las consecuencias de salirse de los límites impuestos.

El relato que la mujer obliga al chico a escuchar hasta el final, momento en que promete liberarlo, está basado, sobre todo, en su imaginación, e incluye pasajes de su propia vida, una vida miserable. Está, además, intercalado con observaciones de la ex maestra, destinadas a “enderezarlo” y “educarlo”.
Es este el recurso mediante el cual, dentro de esa historia –que, como dijimos, tiene un núcleo muy potente por lo universal, y otro paralelo que remite a la época de la mujer subordinada ante el poder del hombre– encontramos claramente otra: la de la historia nacional, el pasado y el presente de la Argentina. La anciana, maestra soltera, bien podría ser una representación de “la civilización” tal como la entendía Sarmiento y su generación, y el joven ladrón, con su carga de violencia y desamparo, representaría a “la barbarie”.

“Ella es lo más viejo que se puede ser y él, lo más joven. Y no hay diálogo. Mi manera de exhibir esa incapacidad de diálogo es que la palabra del chico nunca aparece. Eso tiene que ver con que la señora viene de la clase que ha tenido el poder en la Argentina y tiene el poder del discurso”, expresaba el autor, Federico Jeanmaire, en una entrevista.

Hay un único diálogo, pero es una elección de la narradora. Es “el último diálogo que mantuvieron Delita y aquel hombre al lado del avión”. “Yo voy a poner una voz finita y excitada cuando la que habla es mi madre. Cuando el que habla es el tipo, voy a tratar de hacer una voz gruesa, áspera, como de alguien que, además de ser hombre, está malherido. Y si tengo que hacer algún comentario sobre la escena en su conjunto acerca de ellos en particular, en ese único caso utilizaré mi propia voz aunque un tanto subida de tono”. Ese diálogo tiene dos tramos, y está escrito en bastardilla, igual que el adverbio gentilmente, que indica la ironía del término que usa el abusador al hablar con su madre. Son detalles que revelan que el autor cuida la estética hasta en la grafía.

La anciana también está encerrada. Su encierro es su soledad, lo sabe y lo explicita: “Yo no tengo ni un lugar ni una amiga. Ni siquiera tengo un hijo. Créame que estoy tan encerrada como usted”. Este encierro del que tiene el poder, bien podría interpretarse como la imposibilidad, incluso para las clases dominantes, de encontrar una salida.
En la línea-tradición de nuestros mejores escritores, Federico Jeanmaire se pregunta y nos interpela sobre “lo argentino”.
Esta novela nos deja planteado, así, un ejercicio de reflexión sobre muchos de los prejuicios histórico-sociales que rigen aún las relaciones entre diferentes grupos de nuestra sociedad, sobre los complejos orígenes de la violencia y sus insospechadas secuelas.
El epígrafe, Océanos, un poema de Juan Gelman que habla de los nombres perdidos u olvidados, leído en relación con el texto-novela, sugiere el sentido de la pérdida y el olvido de todas las víctimas, pero también de sus victimarios.

Un jurado integrado por José Saramago, Rosa Montero, Juan Cruz Ruiz y Pablo De Santis, otorgó al autor de esta obra el Premio Clarín de Novela 2009.

La lúcida propuesta estética sin molde de Federico Jeanmaire se ha expresado en los quince libros que ya lleva publicados, y legitima el lugar destacado que ocupa en la narrativa argentina reciente.

Más liviano que el aire
Novela
Federico Jeanmaire
Buenos Aires
Clarín / Alfaguara
2009

sábado, 12 de marzo de 2011

martes, 8 de marzo de 2011

Un nuevo recurso para vender libros: trailers, como en el cine

Son pequeños videos que promocionan las obras. Se los puede ver en Internet.

Por Héctor Pavón


Unos dicen que cada vez hay menos lectores; otros, que se publican más libros de los que es posible leer... Entonces, los que hacen marketing librero se preguntan cómo hacer para seguir vendiendo más allá de Dan Brown y J. K. Rowling. En este contexto surgió un recurso publicitario impactante: el book trailer . Es el equivalente de un avance cinematográfico para mostrar los públicos una película; en este caso se trata de una obra literaria presentada con música, videos y animaciones, y que se ve en Internet.

Todo nos lleva a que el primer book trailer fue creado en 2003. El libro era Dark simphony de Christine Feehan. Un trabajo pionero y original que a las luces de lo que hoy se puede ver en la web es algo monocorde y aburrido. Sin embargo, la técnica prendió y del otro lado del océano, el editor Jacopo de Michelis de la editorial Marsilio le dio un impulso definitivo; desde Venecia, vía e-mail, dice: “La idea nace de la exigencia de inventar nuevos modos de hablar de los libros, aprovechando la oportunidad puesta a disposición del desarrollo y la difusión de las nuevas tecnologías digitales”.

El book trailer reúne imágenes y textos que explican en dos o tres minutos una trama, aunque no siempre con éxito. “Alimenta la curiosidad”, sintetiza con exactitud Sergio Olguín, uno de los escritores argentinos que ha debutado en la web con este recurso a partir de su libro Oscura monótona sangre, que publicó Tusquets. La casa española de esta editorial ha exhibido con éxito y arte los libros de Henning Mankel o de Haruki Murakami. El avance del libro de Olguín muestra un viaje en auto desde Barrio Norte hasta la Villa 21, que es el recorrido del protagonista de la ficción. “Es como hacer una pequeña película de tu libro”, señala Olguín.

Hace pocas horas Claudia Piñeiro descubrió un book trailer de su libro Tuya que fue editado en Italia por Feltrinelli. Imágenes en blanco y negro y una voz femenina en off ambientan perfectamente la trama. “Me parece que está bien hecho, me gustó, refleja lo que es el libro, y en el audio hay una lectura textual del libro de lo que se ve en la pantalla. Creo que el objetivo es llegar a otro tipo de público, más joven, más conectado con las nuevas tecnologías y eso me parece muy positivo”, explica Piñeiro.

Quienes tuvieron una iniciativa particular para promover libros de este modo es el sitio web “Cuento mi libro”. Allí, un escritor da la propia versión de su obra en cuatro o cinco minutos. A su vez, cada libro presenta su ficha, sinopsis y la transcripción escrita de la entrevista al autor. Pedro Mairal, Martín Kohan, Rodolfo Rabanal, Gabriela Saidón, Juan Diego Incardona, entre muchos otros, han pasado delante de la cámara web.

Random House Mondadori ha incursionado en el rubro con libros como La Sociedad de la nieve . “En algunos casos, cuando el autor es una figura pública, hacemos entrevistas para hacer un mailing y/o colgarlo en youtube como en el caso de Economía 3D de Martín Lousteau. Los book trailers transmiten con mayor impacto la idea de un libro y son muy bien recibidos por los libreros y el público en general”, explican desde el departamento de marketing de Random. Por su parte, Editorial Planeta ha incursionado en algo parecido al publicar videos con el panorama de novedades literarias mensuales que se puede ver en youtube.com, por ejemplo.

“Esta es la meta, hablar de los libros de un modo distinto, con el lenguaje más inmediato y fascinante de las imágenes; sobretodo a los más jóvenes, que no leen los suplementos culturales de los diarios y las revistas literarias y leen poco o nada, pero que si se los redirige en el modo justo podrían convencerse de que en las novelas pueden encontrar historias tan apasionantes y cautivantes como en el cine”, dice De Michelis que está evaluando la realización de un book trailer de la novela Tu sei il male , de Roberto Costantini.

Paradoja: en época de libro electrónico, las nuevas tecnologías brindan un soporte novedoso para la venta del “viejo” libro de papel.


Fuente: http://www.clarin.com/sociedad/nuevo-recurso-vender-libros-trailers_0_440356064.html

viernes, 18 de febrero de 2011

Una tarde con Roberto Arlt


Mansión de Flores
Sábados, 18.30 hs. Gratis
Yerbal , 2217

Cómo llegar: colectivos: 1, 2, 5, 25, 36, 49, 53, 55, 76, 85, 86, 88, 96, 104, 113, 126, 132, 133, 134, 136, 141, 180. Subte línea A, estación Carabobo. Tren línea Sarmiento, estación Flores.

Los sábados 15 de enero, 19 de febrero y 19 de marzo a las 18.30, el Ente de Turismo porteño presenta una visita teatralizada dedicada a la figura del escritor argentino Roberto Arlt.

Esta particular visita sigue las huellas del reconocido escritor que nació y creció en el barrio de Flores. Desde la Mansión de Flores, se recorre el camino hacia la escuela donde estudió, la Plaza Pueyrredón y el Centro Cultural Marcó del Pont.

Fuente: http://www.buenosaires.gob.ar/agenda/contenido.php?menu_id=18564&id=19423&destacado=24691&ele=19423

jueves, 10 de febrero de 2011

Avanza la causa contra Editorial Atlántida por usar la imagen de una niña a favor de la dictadura


Alejandrina Barry inició un juicio contra esa editorial bajo el argumento de que “usaron” su historia para operar a favor del terrorismo de estado. Se juzga la participación de algunos medios gráficos durante la dictadura. Hoy declarará un nuevo testigo, Miguel Estrella, quien “cayó” en el mismo operativo en el que fueron asesinados los padres de la joven. Con esta causa se busca develar la tarea de los medios y cómo tergiversaron la información a favor las fuerzas represivas.

Por: Ángela Tobar
tobarb.a@gmail.com


Alejandrina Barry miembro del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH) y militante del PTS en La Matanza, presentó el año último una querella contra Editorial Atlántida “por encubrimiento y participación en los delitos de privación ilegal de la libertad y homicidio”. El juicio, enmarcado en la Mega causa ESMA, apunta a develar la responsabilidad de los ejecutivos de la empresa mediática y del staff del momento, entre los que se encuentran Chiche Gelblung y Héctor D’Amico.

La joven denuncia que luego de que sus padres Juan Alejandro Barry y Susana Mata fueran asesinados en el Uruguay a manos de fuerzas conjuntas Argentinas y uruguayas, ella con solo dos años y medio fue “apropiada por los militares” quienes la “usaron” para ser tapa durante el año 1977 en las revistas Gente, Para Ti y Somos, bajo los títulos: “A ellos no les importa Alejandra”, “Los hijos del terror” y “Alejandra está sola”.

Esta causa “es muy importante porque se demostrará que la ESMA estaba operando juntamente con las fuerzas armadas de Uruguay y que los medios ayudaron a crear terror en la sociedad”, sostiene Barry en diálogo con NCO.

Además, asegura que hasta el momento ningún responsable de esas revistas se comunicó con ella para dar algún tipo de explicación y ante este contexto la joven ratifica la idea de que “los responsables de estos medios deben ser condenados por haber sido parte importante en legitimar el terrorismo de estado”.

También sostiene que toda la “propaganda mediática” en la que su imagen fue utilizada tuvo como único objetivo “operar a favor del régimen militar” que con este juicio se luchará por demostrar la “responsabilidad de los medios durante la dictadura”.

La causa fue presentada como parte del Colectivo Justicia Ya, que reúne a organismos de derechos humanos como la Asociación ex Detenidos Desaparecidos, Ceprodh (Centro de Profesionales por los derechos humanos), Liga Argentina por los Derechos Humanos, HIJOS Oeste, entre otros.

Hasta el momento han declarado cinco personas y todas ellas han “confirmado que las fuerzas represivas y la editorial actuaban de mutuo acuerdo”, explica
Alejandrina.

Mientras que en el día de hoy se espera que testifique Miguel Ángel Estrella, quien “cayó” en el mismo operativo en el que fueron asesinados los padres de la joven, y que con su declaración buscará develar la tarea conjunta que realizaban las Fuerzas Armadas de ambos países. Además, está previsto que más adelante también ofrezca su testimonio el periodista Miguel Bonasso.

El caso

Alejandrina es hija de Susana Mata y Juan Alejandro. Nació el 19 de mayo de 1975 en la cárcel de Olmos y pasó sus primeros días allí, junto a su mamá detenida. Sus padres eran militantes montoneros y fueron asesinados en diciembre del 77 por un operativo conjunto en Uruguay entre las Fuerza Armadas argentinas y uruguayas. Luego del asesinato los militares tomaron a la niña para usar su imagen en diversas tapas de revista pertenecientes a la Editorial Atlántida en un intento de “acrecentar el temor en la sociedad” e intentar instalar que los montoneros eran una “fabrica de huérfanos”.

Fuente: http://diarionco.com/hoy/2011/01/26/avanza-la-causa-contra-editorial-atlantida-por-usar-la-imagen-de-una-nina-a-favor-de-la-dictadura/comment-page-1/#comment-7201

domingo, 23 de enero de 2011

Los digitalizadores en la red explican sus razones


“Hay esperanza de gozar un acceso franco a la cultura”


El diálogo establecido con varios personajes dedicados a la digitalización de textos aquí y en el mundo revela que, más que una búsqueda de hacer dinero con productos piratas, hay una intención de mantener la circulación de conocimientos.


Por Facundo García

Para empezar, una hipótesis de trabajo: en un reino de- sigual –tal vez pequeño, tal vez colorido– hay gente que no puede acceder a los libros. Los aldeanos siembran, rezan, se enamoran. Leer, en cambio, es para ellos una rareza. Y lo peor es que esos volúmenes vedados no sólo sirven para entretenerse, sino para vivir mejor. El monarca de aquel feudo, sin embargo, persigue a quienes intentan acabar con la escasez. ¿Cómo modificar esa injusticia? Hay activistas que tienen su propia visión sobre la mejor manera de resolver el problema. Refugiados en las frondosidades de la web, aprovechan para digitalizar y distribuir obras literarias y académicas a granel, sin que les importe demasiado la opinión de las autoridades. Y su perspectiva no es la única, pero sí una de las más interesantes.

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A juzgar por lo que cuentan los entrevistados, lo primero que deberían proponerse estos aldeanos imaginarios es poner en circulación los pocos libros que haya. Es, después de todo, lo que hacen muchas personas de carne y hueso en este lado de la realidad. Como E. G., que se refugia en las iniciales para que nadie sepa su verdadero nombre. La timidez se le va cuando expresa su alegría por los diez años de Librosgratis, un grupo de correo electrónico del que fue fundador y por el que sigue yendo y viniendo material digitalizado. “Nosotros distribuimos, no digitalizamos. Pero la verdad es que no sé cómo la Cámara del Libro y sus amigos nos han dejado vivir tanto”, se sorprende. “Cuando arrancamos, los lugares para dejar archivos y descargarlos eran pocos. Hoy tenés una gama de herramientas para compartir (4shared, Rapidshare, Megaupload, etcétera). Eso hace todo más fácil”, detalla el hombre, que también tiene contactos con el Partido Pirata Argentino.

Distribuir, entonces, ¿pero qué? Si bien hay ejemplos de excelencia, como Bibliofyl –un sitio que reparte los apuntes que se usan en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA–, lo cierto es que lo que sucede fuera de la red tiende a repetirse adentro. Por eso hay quienes imploran por la puesta en disponibilidad de los bestsellers más lamentables. “Se digitaliza más lo que se vende masivamente, como pasa con la música. Hubo usuarios que venían y nos decían ‘¡digitalicen El Código Da Vinci!, ¡tengo el derecho de leer a Dan Brown!’. Hasta que decidimos no aceptar pedidos en la lista; y que si era un libro de ficción, se esperaría un año para que circulara. Con eso logramos que se fueran los que te pedían hoy un libro que había salido ayer”, repasa E. G.

–¿Distribuyen todo tipo de textos?

–Tratamos de evitar la mierda que anda dando vueltas, como El holocausto no existió, Cúrese el cáncer bebiendo té o zonceras por el estilo. Algún criterio editorial hay que tener...

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Ahora conviene retornar al reino imaginario que se puso a germinar al inicio de esta nota. El experimento marcha bien: los aldeanos ya están repartiéndose a escondidas los escasos libros que han podido reunir. El paso siguiente sería hacer copias. Lo que los pone ante decisiones fundamentales: ¿Quién decidirá el criterio con que se harán esas copias? ¿Quién las guardará y ordenará?

Si por ahí anduviera un gigante llamado Google, ya se sabe lo que ocurriría. Porque Google es –casi con seguridad– el mayor digitalizador de letras que pueda concebirse. Tanto, que ha hecho explícita su intención de escanear los más de ciento veintinueve millones de títulos de los que –según sus propias estimaciones– dispone la humanidad. No es una promesa vacía. Desde 2004, Google Books ha llevado al plano digital a más de quince millones de libros ubicados en más de cien países y escritos en más de cuatrocientos lenguajes. Y a pesar de que los curiosos pueden revisar sólo parcialmente las obras que no están en dominio público, la iniciativa ha despertado el terror de los que defienden las leyes de propiedad intelectual vigentes. La frutilla del postre es que la megacompañía abrió una tienda online con la que pretende transformar su esfuerzo en dividendos. No es una proyección inverosímil, si se tiene en cuenta que en los Estados Unidos las ventas de dispositivos electrónicos de lectura –Kindle, Nook, Sony Reader, iPad– se cuadruplicaron en los últimos doce meses.

La incógnita, llegado este punto, tiene que ver con los efectos de que una corporación estadounidense maneje semejante cantidad de información. Si, por el contrario, se le encarga la responsabilidad a una institución, ¿cuál debería ser? A lo mejor varias. O ninguna. Como sea, fuera de los centros de poder hay células que se dedican al escaneo y la corrección de textos digitales desde la mística de lo independiente. Es un camino.

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Es simple. Cuando se escanea un libro se produce un archivo de imagen; la imagen que se “extrajo” de las páginas. Sobre esos datos se aplica un programa que reconoce los caracteres y los traslada a un documento editable en un procesador de textos. Ese paso, que parece menor, es clave: si la obra no está guardada así, los ciegos no pueden utilizar el software que sintetiza voces y les “lee”. A continuación viene la etapa de las correcciones. Hay que cotejar el original con la copia y verificar que no se hayan perdido detalles importantes. Ese nivel de puntillismo, no obstante, se está volviendo cada vez menos frecuente.

Algunos entrevistados afirman que un escaneador ducho puede capturar quinientas páginas en una hora. Un tal Filobiblion –que además de ser fan del monje benedictino Ricart de Bury (1287-1345) ha sabido irse convirtiendo en especialista en este tema– detalla que “la demora está en función de la pericia del escaneador y del corrector involucrados, que no siempre coinciden en un solo individuo, porque en los grupos se divide el trabajo entre los que corrigen y los que escanean”. El informante cree que la tarea completa puede tomar de una semana a un par de meses, dependiendo de la complejidad del texto (notas a pie, ilustraciones, otros idiomas).

Por último, hay que repartir. Labor que adquiere especial valor en Argentina, un país que de acuerdo con datos difundidos por la Secretaría de Cultura de la Nación concentra el 31 por ciento de sus librerías, el 63,2 por ciento de sus editoriales y el 84,2 por ciento de sus ejemplares impresos en la Capital, donde habita sólo el 7,7 por ciento de la población. Filobiblion relaciona las estadísticas con vivencias concretas. “Tiempo atrás me dediqué a conseguir Fondo negro. Los Lugones, Leopoldo, Polo y Piri, de Eduardo Muslip, para una chica de Rosario que investigaba sobre el tema de los desaparecidos a raíz de tener un hermano en esa condición. Se lo escaneé y se lo mandé. La copia no está en la red: sólo la tenemos ella y yo”, ilustra. ¿Más? “Hace poco solicité La inteligencia fracasada: teoría y práctica de la estupidez, de José Antonio Marina; inhallable en Buenos Aires. A la semana un digitalizador anónimo me lo envió a mi correo, diciéndome que ‘lo había conmovido mi pedido’. Ahí tenés muestras de solidaridad entre lectores.”

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Jimena Méndez estudia antropología. Vive en el extranjero pero participa en Bibliotheka.org, donde los argentinos son patota. “Las bibliotecas en todas partes ‘prestan’ obras. Nuestra biblioteca digital hace lo mismo. El hecho de que no ‘devolvés’ ese material es una derivación del tipo de tecnología que se usa, pero la naturaleza del proyecto es la misma. No hay negocio detrás”, resume a través de la distancia.

¿Se identifican estos escaneadores y distribuidores con los primeros imprenteros? La mayoría no. “Si me lo preguntás en el sentido de que estamos haciendo un trabajo pionero del que aún no sabemos sus verdaderas consecuencias, puede ser”, sopesa Jimena. Y ajusta: “La circulación en la red es más compleja que con las imprentas. Es incontrolable e imparable. Vos subiste un libro de Sartre y al mes está en miles de discos rígidos alrededor del planeta”. El dinamismo es tal que sus frutos no están claros. “El gran problema es que, si se logra pensar en la ‘libertad digital’ para los bienes culturales, esa discusión podría permear otras esferas y, sobre todo, cuestionar el mercado y sus reglas. Y no creo que estemos preparados para esa discusión todavía”, provoca la muchacha.

Pulsar esa tecla es interesante. Desde una lectura trasnochada de El Capital, cabría vaticinar que el capitalismo cognitivo será marco para el desarrollo de algo así como una “lucha de clases informacional”. Quedó más que claro durante la campaña por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Hay quien hace dinero con el retaceo de datos socialmente importantes y hay quien lucha –con diversos intereses– por socializar una determinada cantidad de esos datos. Frente a un contexto así, la repartija gratuita de libros destaca como un acto de profundo carácter político.

Desde Europa, un español célebre en el ambiente –alias Mr. Williams– recapitula su ingreso en estas lides. “Como lector con medios económicos limitados –rememora– comencé a conseguir todo lo que iba apareciendo en la red. Un día pensé en montar una ‘biblioteca’ tomando como modelo las bibliotecas físicas.” Así nació La Biblioteca Oculta de Mr. Williams, que luego mutó a la bitácora Mr. Williams in Blog. “Como ya lo hacía para mí, poco me costaba compartirlo. Pronto me llegó el agradecimiento de muchísimos cibernautas que no disponían de ningún tipo de biblioteca. Ahí comenzó el compromiso”, revela.

–¿Qué lo impulsa a seguir?

–Sigo por los que no pueden comprarse un libro porque les cuesta el equivalente al salario de un día o más. Por aquellos que padecen la censura de estados que prohíben a determinados autores y hacen lo imposible por imprimir esas obras y leerlas en comunidad. Por aquellos que, aun teniendo capacidad de compra, no tienen esa chance al vivir lejos. Y, por supuesto, por aquellos que no tienen ni tendrán una biblioteca física para tomar prestado un libro. Yo –que se supone que vivo en el Primer Mundo– hasta los catorce años no tuve una biblioteca en mi pueblo. Por lo tanto me impulsa la esperanza de que podamos gozar de un acceso más franco a la cultura. Porque nos van a seguir engañando, pero les va a costar el doble.

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Ultimo regreso al laboratorio ficcional, donde el rey está perdiendo los estribos. A esta altura, la nación de criaturitas que no pueden leer vive días tenebrosos. Se ha declarado que los que copien libros o los distribuyan sin permiso deben ser sancionados. Así, se ha expulsado fuera de la legalidad a una enorme masa de hombres y mujeres. “A los que persistan se los tratará como ladrones”, brama el soberano. Y el mundito imaginario se marchita lentamente.

¿Una exageración? Aquí las cosas no son tan distintas. Aunque copiar no es lo mismo que robar, los abogados que defienden a los actuales sistemas de propiedad intelectual insisten en la analogía. Por encima del malentendido, las cuestiones fundamentales quedan fuera del debate. Dejando de lado el innegable derecho de los autores a percibir una remuneración, ¿deberían tener precio los libros digitales? Los consultados insisten en que las quejas de las editoriales no son comparables a las de las discográficas, porque un CD se puede copiar manteniendo la calidad, en tanto que el archivo digitalizado de un libro ofrece una experiencia de lectura muy distinta a la de su edición impresa. “No sé cuánto demanda fabricar una copia de un libro físico. Pero sí sé lo que me cuesta a mí copiar uno digital: un mega, un segundo. La versión electrónica no lleva aparejados gastos de distribución o impresión; y sin embargo nos la venden al mismo precio que si los tuviera. Si un libro nuevo en digital costase 5 euros, estoy seguro de que nadie se tomaría el trabajo ni de escanearlo”, cierra Mr. Williams.

Fuente: Página 12:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/17-20565-2011-01-23.html

lunes, 10 de enero de 2011

Se fue una parte de nuestra infancia: murió María Elena Walsh

Buenos Aires, 10 de enero (Télam).- La poetisa, escritora, música, cantautora, dramaturga y compositora argentina María Elena Walsh, de 80 años, falleció esta mañana en el Sanatorio de la Trinidad.

Los restos de esta figura prominente de la cultura argentina serán velados entre las 17 y las 21 en Lavalle 1547, sede de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (Sadaic).

Allegados a Walsh confirmaron a Télam que sus restos serán inhumados mañana desde las 11 en el Panteón que la entidad posee en el Cementerio de la Chacarita.(Télam).- sa-dcj 10/01/2011 12:51












EL REINO DEL REVÉS

Me dijeron que en el Reino del Revés
nada el pájaro y vuela el pez,
que los gatos no hacen miau y dicen yes
porque estudian mucho inglés.

Me dijeron que en el Reino del Revés
nadie baila con los pies,
que un ladrón es vigilante y otro es juez
y que dos y dos son tres.

Me dijeron que en el Reino del Revés
cabe un oso en una nuez,
que usan barbas y bigotes los bebés
y que un año dura un mes.

Me dijeron que en el Reino del Revés
hay un perro pekinés
que se cae para arriba y una vez
no pudo bajar después.

Me dijeron que en el Reino del Revés
un señor llamado Andrés
tiene 1.530 chimpancés
que si miras no los ves.

Me dijeron que en el Reino del Revés
una araña y un ciempiés
van montados al palacio del marqués
en caballos de ajedrez.

Vamos a ver cómo es
el Reino del Revés.