martes, 9 de noviembre de 2010

Acerca de El lector común, de Virginia Woolf


Por Edit Marinozzi

Virginia Woolf es considerada una fundadora de la novela moderna, por el estilo poético de su literatura. Y seguramente por su técnica del monólogo interior, es llamada “el Joyce en femenino”, “su exacto y tan distinto contemporáneo”.
Se dice en su biografía que la autora de obras memorables como La señora Dalloway, Al faro, Orlando y Las olas, se comprometía con su arte hasta el punto de asimilar cada palabra escrita a su pensamiento, a su vida, y temía el final porque se exponía completa ante el mundo. Insegura ante las críticas de una manera enfermiza, los días previos a la publicación se convertían en un suplicio teñido de oscuridad que la dejaba exhausta.
Quizá por eso Woolf escribe sobre el lector y sobre cómo leer. Publicó el primer volumen de El lector común en 1925 y el segundo en 1932, reunidos después en un único libro. Comienza con una cita que toma de Samuel Johnson:
"Me regocijo de coincidir con el lector común; pues el sentido común de los lectores, incorrupto por prejuicios literarios, después de todos los refinamientos de la sutileza y el dogmatismo de la erudición, debe decidir en último término sobre toda pretensión a los honores poéticos."
Y en el último artículo ¿Cómo debería leerse un libro? nos dice:
"El único consejo, en verdad, que una persona puede dar a otra acerca de la lectura es que no se deje aconsejar, que siga su propio instinto, que utilice su sentido común, que llegue a sus propias conclusiones."
Woolf, entonces, escribe sobre el lector y sobre cómo leer en los dos ensayos que abren y cierran este libro, sin la pretensión de investirse “con la gloria que pertenece a esos raros seres que son también críticos”, sino porque quiere manifestar una pasión que la acompañó toda su vida. En el medio incluye estudios sobre Jane Austen, George Eliot, Joseph Conrad, y otros autores de su interés, algunos consagrados y otros que no gozaban, en su momento, de tanto reconocimiento: una alternativa al canon.
Su estilo desenvuelto muestra la destreza de un biógrafo, la admiración de un lector y, debemos reconocerlo, quizás a su pesar, la precisión de un crítico.
Ella, que –conviene recordarlo- se dedicó a exigir educación para todos, pensaba que la literatura debería ser “un terreno común”, e intentó poblar ese terreno con lectores inteligentes, capaces de disfrutar y de tomar decisiones.
Al final del libro imagina que cuando los lectores lleguemos al cielo “el Todopoderoso se dirigirá a Pedro y le dirá, no sin cierta envidia cuando nos vea llegar con nuestros libros bajo el brazo: ‘Mira, estos no necesitan recompensa. No tenemos nada que darles aquí. Han amado la lectura’”.


El lector común
Virginia Woolf
Selección, traducción y notas de Daniel Nisa Cáceres
Lumen, Barcelona, 2009.


Trabajo realizado para el Taller Literatura y Periodismo, del Programa Bibliotecas para Armar, que coordina Mario Méndez en la Biblioteca Popular Alberto Gerchunoff.

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